México en el T-MEC: el reto de impulsar el crecimiento más allá de un tratado comercial.
Además de ser más restrictivo que el TLCAN, el nuevo acuerdo con Estados Unidos y Canadá plantea grandes desafíos para el país latinoamericano. Sin embargo, el mayor reto será no creer que es la tabla de salvación para reactivar su economía. Para evaluar el impacto de estas medidas en la cadena de suministro, y adaptarse a los cambios, las empresas necesitan una metodología de planeación orientada a corto y a largo plazo; esta puede segmentarse en cuatro puntos relacionados principalmente con los cambios en las reglas de origen:
Análisis de impacto: examinar las consecuencias específicas de las nuevas reglas de origen y de mínimos, así como estimar el impacto financiero de cambios benéficos y los que no lo son tanto.
Asesoría operacional: identificar y validar los nuevos requerimientos de información para la calificación de origen y configuración de los sistemas existentes, transitando hacia la automatización de procesos, revisando los términos de los contratos e identificando lagunas y riesgos, así como validando clasificaciones arancelarias y costeo.
Mitigación y optimización para mejorar resultados: analizar el uso de la regla de materiales intermedios, los ajustes con respecto a las reglas de contenido regional, los cambios en los procesos de manufactura y la relación con los proveedores.
Implementación: desarrollar casos de negocio específicos, asegurando los recursos internos y externos necesarios, así como los sistemas y la ejecución de medidas orientadas hacia la eficiencia.
Con estos elementos, las organizaciones tienen la capacidad de asumir el T-MEC no como un riesgo, sino como una oportunidad de negocios, que podría traducirse en una mayor rentabilidad y crecimiento, aprovechando la innovación como una llave para hacer frente a los desafíos derivados de la nueva dinámica regulatoria.